Abandono y muerte se llamaban. Desde que tengo uso de razón reconozco la mirada del galgo condenado.

Toda la vida a través de las rejas, bajo las escaleras del corral, en cajones de madera fríos y húmedos, a la intemperie en los campos, atados a las patas de las mesas del patio donde se enredaban y quedaban pegando el hocico al suelo. Yo no entendía porque sus miradas eran tristes y decaídas, no lo entendía porque ellos no estaban en la calle abandonados, ellos tenían dueño, comían y salían «de paseo».

Era difícil acordarse del nombre ya que todos estaban siempre de paso y pasaban tantos a lo largo de los meses…. aún así los recordaba porque cuando una los mira a los ojos quedan grabados a fuego en el corazón. Faraona, pantoja, sauron, mori, loca, tronista, ligero, distinto, gitana….nombres que nada tenían que ver con ellos.

Vi generaciones pasar por mi corral, vi galgas parir hasta quedar secas, los vi crecer entre palos, patadas y caricias fingidas o con algún fin y también los vi morir, llegar del «picadero» (atados a las puertas de la C15 correr entre siestas en pleno verano o diluviando en invierno, largos caminos e interminables horas) y caer reventados muertos en el suelo del corral, los vi llegar de cazar con trozos de piel recolgando de saltar alambradas, con patas y mandíbulas rotas, agujeros en sus cuellos… pero sin duda era peor no verlos, no verlos llegar de una mañana de caza y tener que escuchar decir entre los adultos que los habían colgado de un árbol, o los habían tirado de la vía abajo, o les habían dado un tiro, o matado a palos, o les habían arrancado el chip con una navaja y dejado en el campo a km de casa…. oírlos escupir estas palabras de galgos que habían criado, acariciado, y permanecido a su lado fieles durante tantos años. Pero claro, eso era un acto de valentía, valor, hombría, fuerza y frialdad…. o eso decían mi padre y mis tíos (y mi hermano pequeño con el paso de los años). No vale, no sirve, es un matraco, un tragapan, se come las mierdas, tiene miedo, no corre, ya es viejo, ha parido muchas veces, se escapa, se come las liebres, no salta, cojea….. cualquiera de estos adjetivos iban siempre seguidos de abandono o muerte.

Harta de verlos seguir sus protocolos: perro nuevo en casa, mucho cariño las primeras semanas hasta que se haga a la mano del nuevo dueño para que no se escape. Mucha comida (pan con agua o pan con huesos) y a veces hasta pienso. Salidas por el pueblo para que se conozca la casa (luego ya pasaremos a las pistas y caminos kilométricos). Entrenamiento de saltar alambradas, olfatear pellicas de liebres…Caza los fines de semana. Competiciones (trofeos o palizas). Curas con vinagre las pezuñas. Encierro y hacinamiento bajo la escalera (6 o 7 perros). Celo y parto (explotación). Venta de galgos si tienen pedigree. Tirar o matar los que no valen. Y así toda la vida.

Para mi ver como se escapaban alguna vez que abrían la puerta del corral era felicidad porque quizás ese se salvara, o terror si llegaban a cogerlos porque se iba a «tragar el palo». Y se lo tragaba hasta sangrar y que chille porque como no chille «cobra más», para que aprenda decían…

Entendí que estar aquí así, era el motivo de sus miradas tristes y que el «hogar, el dueño y la comida» era para ellos su verdadero verdugo. De nada servían mis llantos y suplicas a mi padre (cuando era niña) y a mi hermano (ahora que ya tengo 32 años)porque el destino de los galgos de mi casa era muy claro: abandono o muerte. Ofrecí mi dinero, mis esfuerzos y mi responsabilidad para quedarme con ellos…. pero no eran aceptadas porque «los galgos o valen para la caza o no merecen vivir». Me engañé a mi misma mil veces dándoles la oportunidad de que aquello cambiara con buenas palabras, intentos de entrar en razón, explicarles el sufrimiento de los animalitos… después con amenazas, grabando en vídeo las múltiples palizas, buscando gente que me ayudara. Al final me decidí a denunciar (después de meses de deliberar la moralidad del acto en si) y lo único que conseguí fue que esto no fuera el final.

Abandono y muerte siguen aquí

Autor desconocido